lunes, 26 de agosto de 2013

APGAR 12: Para una experiencia positiva del nacimiento

  Foto: nuestro primer hijo, a los 10 segundos de nacer en O Salnés (Gracias Eva-Matrona!)

Los que trabajamos con niños sabemos de la capital importancia que tiene el momento del nacimiento para su futuro desarrollo, a todos los niveles, biológico, emocional, personal, social, familiar... En los años 50 una anestesista llamada Virginia encontró el modo de valorar de manera objetiva a través de 5 parámetros vitales que se observan en el recién nacido la "calidad" de dicho nacimiento. La puntuación de estos parámetros van de 0 a 2 puntos y la suma de todos ellos nos dará la puntuación final de lo que hoy conocemos como el Test de Apgar (el apellido de Virginia).

Cincuenta años más tarde, un pediatra italiano propone aumentar esa puntuación añadiendo un nuevo parámetro, que considera en llamar Bienestar y que valoraría a través de la apertura espontánea de los ojos, la búsqueda activa del seno y la sonrisa o "gesto de beatitud", justo en los primeros instantes del nacimiento. La ausencia de lloro, la mímica facial relajada y/o los movimientos pausados, lentos, de las articulaciones también los tendría en cuenta en su propuesta.

Si bien, la parte del suelo de la puntuación Apgar parece bien cubierta, la parte del techo, esa puntuación 10 parece quedarse corta ya que se observan ciertos detalles dentro de los niños que poseen puntuaciones 10 en el Apgar que difieren unos de otros en cuanto a nivel de excitación interna y externa, algo que se A. Volta se afana en llamar Bienestar.

Creemos que aumentar dos puntos el Test de Apgar para valorar objetivamente como un niño ha nacido ayudará a tener en cuenta en las salas de parto y maternidad de los hospitales las condiciones necesarias para que ese bienestar se refleje, ya no solo en el recién nacido, sino también en su madre, una vez alumbrados.


Adjuntamos al final la traducción al español del artículo suyo que publicó en junio de 2010 en la "Rivista Italiana  La Care in Peritanologia":

http://www.careperinatologia.it/rivista/R412010.pdf

Nos quedamos con su última frase: "Después de haber sido capaces de llevar a unos niveles extremadamente bajos la mortalidad perinatal, ¿porqué no empezar a intentar hacer crecer la felicidad perinatal?"

En la siguiente web podéis encontrar artículos suyos en italiano:

http://www.vocidibimbi.it/download.htm

ALESSANDRO VOLTA (Parma 1960) después de su licenciatura en Medicina se especializa en Pediatría en la Universidad de Bolonia. Trabaja durante diez años en la Terapia Intensiva Neonatal del Hospital de Parma. Desde el año 2002 es responsable de Pediatría de Comunidad y del Servicio Neonatal de Montecchio Emilia (Reggio Emilia).

Es instructor de Reanimación Neonatal a cargo de la Sociedad Italiana de Neonatología. Realiza cursos de formación para el personal sanitario sobre la Lactancia Materna y sobre el Apoyo a la Paternidad. Organiza encuentros periódicos para los padres sobre temas de nacimiento y sobre las problemáticas del primer año de vida. Tiene una pagina Web, www.vocidibimbi.it, para acompañar y apoyar a los padres en la ardua aventura de criar un hijo. Es padre de tres hijos… ya mayores.



                                     APGAR 12 - Para una experiencia positiva del nacimiento

                http://www.mandalaediciones.com/embarazo-y-ninos/pediatria/apgar-12.asp





APGAR 12: UNA PUNTUACIÓN AL BIENESTAR

Alessandro Volta
Pediatra-Neonatólogo. Responsable de la asistencia Neonatal
Hospital de Montecchio Emilia (Reggio Emilia)

Traducido por Carla Console, psicóloga y doula.

 En el 1953 la anestesista Virgina Apgar elaboró una puntuación para valorar de manera objetiva los parámetros vitales del recién nacido, desde los primeros minutos de vida y definir las situaciones en las que hace falta intervenir con maniobras de reanimación. La evaluación obtenida con el Apgar tiene en consideración las principales funciones relacionadas con la supervivencia, en particular, el mantenimiento de la oxigenación cerebral, analizando el corazón, la respiración, el tono muscular y la reactividad.

En el momento del nacimiento es costumbre común reconocer en el llanto la principal expresión del vitalidad y la máxima garantía de una respiración eficaz. El objetivo último de quién trabaja en asistencia al recién nacido en el momento del parto es obtener un Apgar superior a 7 a los cinco minutos del nacimiento; este puntaje, aún no teniendo valor diagnóstico, representa un valor de calidad del cuidado o de, alguna manera, asistencia perinatal.

Desde el punto de vista puramente biológico, cuando un recién nacido obtiene una puntuación de 10 significa que el parto ha acabado y que el papel del neonatólogo o del anestesista ya no es necesario.

Si evaluamos al recién nacido más globalmente, y, además, a sus funciones vitales de base, considerando también su bienestar psicofísico (su capacidad perceptiva y expresiva a nivel emocional), nos arriesgamos de no tener ninguna valoración desde la puntuación del Apgar. Con el sistema de Virginia Apgar es posible obtener una estima buena, pero parcial de la adaptación a la vida extrauteria, porque no tiene en consideración la adaptación relacional y comportamental que el recién nacido pone en acción en los minutos sucesivos a sus primeras respiraciones.

Klaus y Kennell han estado entre los primeros en señalar el rico y articulado comportamiento del recién nacido en las primeras horas de vida: movimientos de exploración, búsqueda activa del pecho, reflejo de rooting, de succión, etc. Una vez que el recién nacido es tratado adecuadamente, pone en marcha señales sociales y de interacción con el objetivo de solicitar atención y cuidado por parte del padre y de la madre.

En condiciones fisiológicas, con interferencias ambientales de baja intensidad, el lazo entre padres e hijo puede establecerse inmediatamente y beneficiarle de una particular y preciosa aceleración.
Una buena puntuación del Apgar nos informa que el cerebro del recién nacido está bien oxigenado y vascularizado, pero no nos da información sobre su percepción: si está en un estado de bienestar o desesperación, si se siente protegido o amenazado, si encuentra placer o sufre; desde la puntuación de Apgar no podemos entender si el recién nacido, después de las primeras respiraciones y la modificación de la propia respiración pulmonar sistémica, ha empezado a percibirse como recién nacido y capaz de vivir fuera del cuerpo materno.

En la común práctica clínica observamos que después de los primeros minutos de llanto y de miedo, la mayor parte de los recién nacidos, en ausencia de estímulos inútiles, delicadamente secado y puesto al contacto con la madre, encuentran rápidamente un estado de equilibrio, una nueva homeostasis de bienestar: dejan de llorar, relajan la mímica facial, reducen la respiración y al final abren los ojos.

En un nacimiento suficientemente dulce, esta situación es posible ya a los 10 minutos desde el fin del parto, y en otras situaciones con mayores alteraciones del contexto pueden hacer falta algún tiempo más.

Al contrario, cuando el recién nacido se separa desde la madre, manifiesta una fuerte agitación, presentando un lloro insistente y sostenido, y tolerando con fatiga las manipulaciones a las que está sometido.

La evaluación del bienestar psicofísico del recién nacido podría hacerse en continuidad de la puntuación del Apgar, siguiendo la observación del comportamiento neonatal una vez alcanzado los primeros diez puntos.

Para poder atribuir una puntuación 11 sería necesario que el recién nacido deje de llorar, relaje la mínima facial y alcance unos movimientos de brazos y piernas sin agitación. Esta condición representa el 4º estado comportamental definido por Klaus y Brazelton de la "vigilia quieta", la condición en la que el recién nacido puede interactuar con el ambiente y con las personas, empezar a conocer y aprender.

Para alcanzar esta condición el recién nacido tiene que haber sido secado, encontrarse en una situación de contención, en brazos o en contacto piel a piel, o encontrarse protegido por un tejido, poco estimulado en el contacto, luces y ruido.

La puntuación de 11 requiere prácticas asistenciales y condiciones ambientales en las que los profesionales presentes en el parto ponen en acción facilitaciones activas de tales condiciones.
En esta fase, se tomará una observación clínica, discreta, pero atenta, de los parámetros vitales, con el fin de verificar el regular proceso de adaptación e intervenir en caso de necesidad.

La siguiente y última puntuación, el Apgar 12, puede ser alcanzado evaluando los estados de "vigilia quieta": la apertura de los ojos (con la intención relativa de exploración) y la succión activa del pecho. Con este comportamiento, el recién nacido, expresa por primera vez después del parto, la propia competencia y habilidad, mostrándose capaz de interactuar sobre el nuevo ambiente con un fin, un objetivo.

Para favorecer esta puntuación de 12, el personal de asistencia en el parto, tiene que mostrar una particular discreción, poniendo en marcha una actitud intencional hacia el cuidado profundo del recién nacido. Este, no siempre se encuentra en condiciones de mantenerse en equilibrio, en función de cómo ha vivido el parto y/o el trabajo de parto, o por otros factores que interfieren, y así perder el estado de tranquilidad y de "vigilia quieta" volviendo a empezar a llorar y agitarse.

La habilidad y la sensibilidad de los padres, con la ayuda del obstetra, pueden devolver al recién nacido la condición de equilibrio previa y mantenerla en el tiempo. En situaciones donde la madre esté en dificultades por el dolor, el cansancio, o por necesidades procedimentales del parto y/o del alumbramiento, será posible proponer al padre un papel más activo para mantener al recién nacido en condiciones de estabilidad.

Atribuir estos ulteriores dos puntos (que representan entonces una sexta voz de valoración, que podríamos definir de "Bienestar" o "Satisfacción") no suponen ninguna contradicción a la puntuación clásica de los 10 puntos, porque las puntuaciones relativas a la plena autonomía cardiorrespiratoria serán ya alcanzados y establecidos, y esto sería un proposición más completa de los cinco parámetros clásicos.

Virgina Apgar, con el su valoración de 10 había acabado su deber, porque su papel perseguía la eventual intervención reanimatoria. Proseguir con la evaluación es competencia de la obstetra o la enfermera pediátrica que toma al bebé en la siguiente fase de asistencia.

Cuando el recién nacido mantiene de manera estable el Apgar 12, significa que ha alcanzado una adaptación plena a la vida extrauterina; solo a este punto podemos estar seguros que su cerebro ha entendido de haber nacido, siente de haber sido acogido y comienza a desear participar en primera persona a su propia existencia. Para alcanzar rápidamente (cinco minutos) una puntuación de Apgar mayor a 7 hemos producido útiles y eficaces protocolos de reanimación que orientan a los profesionales de manera dirigida e intempestiva; de igual manera podemos hacer para obtener (cada vez que sea posible), un Apgar 12 rápidamente, a los diez minutos desde que terminó el parto, utilizando los procedimientos y condiciones ya descritos para conseguir este objetivo.

El número de los recién nacidos fisiológicos que podrían alcanzar en un corto plazo el Apgar 12 puede representar un indicador de calidad y de asistencia orientada al cuidado sobre el que implicar a todo el equipo de asistencia.

El Apgar 12 puede ser considerado entonces, la puntuación de la "definitiva" o "completación" del neonato, y no de quién simplemente respira y está bien oxigenado. La propuesta es de ir al llanto del recién nacido, sosteniendo su deseo de equilibrio, y reencontrarlo con su serenidad y competencia después de los primeros minutos de su nacimiento. Cuando el recién nacido succiona la mama, se demuestra a si mismo y a su madre, de haber comenzdo el control sobre su propio cuerpo y su propia mente; cuando antes lo consiga antes podremos considerarlo una persona capaz y competente.

Después de haber sido capaces de llevar a unos niveles extremadamente bajos la mortalidad perinatal, ¿porqué no empezar a intentar hacer crecer la
felicidad perinatal?.